Lizardi, vino Rimbaud preguntando por tí,
y le dijimos
que también nosotros te esperábamos,
que hacía mucho tiempo que no aparecías
por casa;
y nos sentamos sobre la hierba
y enviamos mensajeros
a la torre de Alós
por ver si estabas
ahuyentando cuervos
en aquellas largas escaleras.
Luego escuchamos las campanas,
los ladridos de los perros;
Surgiste de pronto en el camino
dando tumbos,
estabas al fin entre nosotros,
pero solo eras
un cadáver
sentado en el trono
de un otoño ya perdido.
Alguien cerró tus ojos,
adiós, adiós,
y amanecía sobre las zanahoras,
sobre la huerta,
cuando te enterrábamos,
oh petit poète,
sin canciones, sin cohetes,
colocado cuan largo eras
entre los terciopelos
de un hueso de albaricoque.
Bernardo Atxaga.
4 comentarios:
Bernardo Atxaga. el número 1
Que bueno és .No hace mucho leí un cuentecito de él "La vida según Adán".
Es que todo és así de simple .
Eso es lo real.
Sabe encontrarlo con palabras exactas y como si fuera así de sencillo y fácil.
Gracias por traerlo.
El erizo, poema esplendit
Un día el posaré aquí, a veure si el trobo, Jokin. Es realment bonic.
Mk, crec que aquest conte se m'ha passat, ja el cercaré.
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