ECOS INDISCRETOS:
“Que el Barcelona se preocupa de la cantera lo pone en evidencia otro hecho:
Ayer probó en la en Las Corts, a un nuevo jugador. Se trata de M. el interior del A. que al parecer es un muchacho que lleva mucho fútbol en su cuerpo.
Un físico magnífico, espigado, rápido…Los directivos del A. que vinieron con ese jugador, al terminar la prueba dijeron al muchacho:
-Parece que has gustado, noi.
-¿Por qué?
-Porque mañana tienes que venir a entrenar nuevamente.
M. será un buen elemento para el Barcelona.”
Hoy es el cumpleaños del futbolista. Cumple 77 años. Como no le he regalado nada, he pensado en escribirle este post, que espero no lea nunca. Más que nada porque soy poco dada a la demostración de afecto. Prefiero demostrar mi cariño hacia las personas de manera poco habitual. Una hija cariñosa le hubiera besado por la mañana, le habría felicitado y tendría un regalo comprado con días de antelación. Mi regalo ha durado dos años. Le he acompañado en todas sus visitas al oncólogo, silenciosa y atenta a las palabras del joven doctor. Buscando información sobre el cáncer que le afecta y su tratamiento. Armándome de una paciencia de la que carezco. Mirando de subirle el cuello de la chaqueta a la salida del hospital para evitarle un resfriado inoportuno. En definitiva, cuidarle lo mejor que he sabido.
Este mediodía he dedicado dos horas a leer recortes de prensa deportiva. Son fragmentos de crónicas futbolísticas, de partidos de fútbol que transcurrieron hace muchos años…”Interior derecha, temperamental, decidía partidos comprometidos con genialidades, pero era sereno en momentos difíciles como en el lanzamiento de penaltis, faltas y corners. Tocaba la pelota con un efecto y una gracia impresionantes, regateaba como un malabarista y hacía pasadas a los pies de sus compañeros de manera que sólo quedaba rematar a portería…Pude calibrar su gran calidad y puedo hablar también de su humanidad: era amigo de todos. Pero dentro del campo se transformaba, era una inquietud permanente para los defensas del equipo contrario” escribía un periodista deportivo.
He mirado las fotos de sus álbumes con curiosidad. En ellas remata, dibla a jugadores contrarios, celebra éxitos, baja de un avión y saluda a la cámara, le entregan medallas por sus méritos deportivos. Hay una muy divertida. Va vestido con el traje oficial de su equipo y si miras bien la foto, observas que fue capaz de salir a pasear por el centro de una ciudad con zapatillas a cuadros de andar por casa. Era despreocupado y desinhibido. Pero la que más me ha gustado es una: en ella hay una pareja joven sentada en el suelo. Ella mira a cámara y sonríe. Hay esparcidos recortes de periódicos y los están pegando a un álbum. Son mis padres.
Me sé de memoria todas sus anécdotas relacionadas con el fútbol. Un día, mi madre fue a ver un entrenamiento. Se sentó en una gradería acompañada de un libro, esperándole. El entrenador, llamado HH, preguntó a un jugador quién era la mujer. El jugador no supo contestarle. Pero mi padre respondió: es mi novia.
Invirtió su primer sueldo como futbolista en ella. Un precioso anillo de prometida, que muy pocas mujeres han poseído. Cuando mis hermanas y yo éramos pequeñas, siempre le decíamos: Déjanos probar el anillo, mamá. Su efecto era tal, que embellecía esas manos aniñadas y de uñas roídas.
Mi padre tiene y ha tenido unas piernas largas y poco musculosas. El masajista que les atendía acababa pronto su trabajo con él. A su lado estaba Laszy, esperando un masaje para mantenerle en forma, después de una de sus largas noches…
Hay muchísimas más, pero este post se alargaría demasiado y no me gustaría aburriros.
Me he preguntado qué es lo que realmente cuenta en esta vida. ¿Los logros de una persona? ¿Sus éxitos? ¿Sus fracasos? Y he llegado a una conclusión: El mejor y más logrado éxito de mi padre en esta vida, fue casarse con mi madre. El haber tenido cuatro hijos y que éstos a su vez, les dieran a mis padres el mejor regalo que podrían tener en esta vida: tres nietos, dos niños y una niña. Quién sabe si uno de estos tres niños llegará a tener en su día, la magia que mi padre poseía con el balón…