
Hoy se han terminado los siete días de vacaciones con los que me había premiado después de muchos meses sin parar. La jornada de hoy ha empezado con la visita anunciada del electricista argentino que venía a cambiar el telefonillo del portero automático. Le he abierto con Bruc en brazos para que supiera que mi hija y yo tenemos un hombre en casa. Fiero y mordedor, por si acaso. Pero cuando he visto que el individuo era guapo me he arrepentido de no haberle encerrado. Es un espanta hombres.
Después de pasear por el barrio a la salchicha que tengo de perro, he vuelto a casa con pocas ganas de trabajar. He hecho la colada, he planchado y cuando ya había disimulado lo bastante para evitar ponerme manos a la obra, he subido las persianas venecianas que nos aíslan de las miradas de los vecinos de enfrente. Aprovecho cualquier excusa para fumar mientras contemplo el patio comunitario y de paso espiar a la familia disfuncional que vive enfrente. Lo de la familia disfuncional son palabras de mi hija. Hoy parecían calmados, quizá porque es viernes.
He esperado un ratito por si aparecía ella, la vecina que vive justo debajo de la familia disfuncional. Me fascina. Suele vestir una bata cruzada de seda, como la que vestía en mi imaginación a Lillian Hellman en Dash y Lilly. Azul y estampada. Es pelirroja y ata sus cabellos con un moño suelto. Me recuerda un poco a una vecina de Blogville. No sé a qué dedica pero lo intuyo. De vez en cuando suena un teléfono –ahora con las ventanas abiertas por culpa de esta primavera de invierno que se resiste a dejar paso al frío se oye todo- se sienta en la mesa de la cocina, se pone unos auriculares y baraja unas cartas de tarot. Suele utilizar el método de la cruz celta. Asiente de vez en cuando sin dejar de mirar una sola vez las cartas que momentos antes ha extendido sobre la mesa de madera. Las tiradas suelen durar una media hora y según lo que debe preguntar su interlocutor o interlocutora, las extiende en tres montones. ¿Izquierda, centro o derecha? debe de preguntar. Luego se quita los auriculares, se levanta y pone una olla al fuego. La consulta ha concluido. Parece que vive sola y no tiene gato, raro en una tiradora de cartas. Supongo que os preguntáis por qué sé lo de la cruz celta y lo de los tres montones de cartas. Pues porque he visto a mi amiga la Bruji hacerlo miles de veces frente a mí.
A veces le regalo alguna canción de Cole Porter. Y ella mira curiosa por la ventana para saber quién escucha la misma música que a ella le gusta. Desconoce que es su vecina de enfrente, pues me escondo detrás de las persianas venecianas que me aíslan de los vecinos. Sólo me muestro cuando tiendo la ropa y entonces apago la música para que no descubra que soy yo quien le regala las canciones.
Me gustaría saber cuál es su número de teléfono y hacerle una llamada. La conversación sería seguramente así:
-Hola, soy Violette. ¿En qué puedo ayudarte?
-Quisiera preguntar por el amor.
-¿Con alguien en particular?
-No, no hay nadie.
-Dime qué signo eres.
-Piscis.
-Bien, piscis. Concéntrate y no me cruces las piernas.
Le hago caso, las tenía cruzadas. Mientras ella baraja yo aprovecho y lío un cigarrillo para relajarme. Alejo a Bruc con una suave patada de debajo de la mesa. He olvidado esconderle la pelota para que no importune. Bruc es más rápido que yo y se aleja con la pelota en la boca. Se sube al sofá y aprovecha para dormir un ratito. Oigo la respiración de la tiradora de cartas pelirroja.
-Bien, piscis. Estarás sola poco tiempo. Las cartas me muestran un rey de copas frente a ti. Calculo que para el mes de diciembre tu vida habrá cambiado completamente. Volverás a ser feliz junto a ese hombre que entrará en tu vida por casualidad. Llámame dentro de mes y medio y me lo confirmas. ¿Deseas preguntarle alguna cosa más al tarot?
Le respondo que no. Me quedo pensativa y le doy las gracias. Me cambio de ropa, ato a Bruc con la correa y salgo a pasear para ver si me cruzo con el rey de copas en alguno de mis paseos. Porque como suele decir mi madre, en casa sólo viene el butanero. O algún electricista argentino, le contestaría yo…