Ahora, después del fin semana, he vuelto al son cubano (si quiero sacar de quicio a una de mis hermanas, le pongo música de Omara Portuondo cuando sube al coche y aumento el volumen cuando suena Mariposita de Primavera, aunque a su hijo LLuís le guste la canción, y yo le llame cariñosamente, mariposita). La razón es que acabamos la fiesta del domingo en Raïm, un lugar en el que parece no pasen los años, anclado en alguna época pasada, en donde nadie se ha preocupado de sacar el polvo, ni de quitar las telarañas que adornan las esquinas del lugar. Un retrato de José Martí preside la barra, el reloj debe llevar callado ya hace tiempo, las mesas de mármol ya estan ajadas, y el humo del tabaco ya ha ennegrecido tanto la pintura, que ahora es de un color café con leche. Los mojitos son buenos, aún cuando no han picado el hielo como se merece. No voy a parar hasta que en la próxima fiesta yo les emborrache a todos con la receta de La Bodeguita de en Medio.
Si escucho esta música, siempre me acuerdo de mi abuelo, con su cigarrillo en la boca, con su camiseta sin mangas y los pantalones del pijama, después de afeitarse, canturreando una canción de Machín, y su sonrisa si te cruzabas con él por el pasillo. Dicen que mi abuelo era guapo, hay una foto de él, con un traje claro y un pie apoyado en el guardabarros del coche, mirando directamente a la cámara, le gustaba que le fotografiasen, moreno, con ojos profundos y especiales que algunos de su familia hemos heredado. Juanito, así se llamaba. Si quiero sorprender a las jovencitas que me acompañan el domingo, les cuento que mi abuelo tenía un bar parecido, y que mi madre servía cafés en una edad en que debería haber estado en la cama haría horas. Creo que Juanito fue un ser especial, seguramente incomprendido por su familia, lanzado y pionero, gourmet como pocos en épocas de lentejas. Cuentan que llevaba a Antonio Machín en verbenas, a una Raquel Meller ya de caída. A mi abuelo la guerra le cambió la vida, como a muchos, bombardearon su cine, pero aún así consiguió volver a arrancar. Murió cuando yo tenía nueve años, recuerdo perfectamente la noche que la ambulancia se lo llevaba, se despidió de todos y se preocupó de que todos hubieramos cenado, yo miré desde la ventana, vi cómo le subían, y me encerré a llorar en un cuarto para que nadie supiera de mis lágrimas, murió aquella misma noche, el teléfono sonó al amanecer y oimos el llanto de mi abuela, Juanito! por qué me has dejado sola?, aquellas palabras se grabaron bien en mi memoria. Le ví ya muerto, tendido en su cama, con su traje gris, mi madre me dijo, quieres verlo? no recuerdo contestar, pero la seguí, así que en su última foto en mi memoria ya está muerto. Omara ahora canta Siempre en mi corazón, estás en mi corazón...yo bien sé que nunca más, en mis brazos estarás, prisionero de un cariño que fue toda mi ilusión, pero nada ha de poder que te deje de querer, porque como único dueño estas en mi corazón...
Ahora fumo los mismos cigarrillos negros que ennegrecieron sus pulmones, alguna noche me tomaré un mojito en la terraza, miraré al cielo negro y brindaré al aire, va por tí este trago, compañero, quiera el destino que puedas volver un día para recordar...
4 comentarios:
Abans de tot, Moltes Felicitats!!
Et desitjo molta, molta sort en tot el que vingui...
Et volia dir que a mi em passa alguna cosa similar quan sento "Guantanamera"... em trasllada als estius passats entre avis, oncles i besàvia cubana en un poble d'estiueig que, hores d'ara, és una ciutat-dormitori. Una època molt feliç amb una llum molt especial.
Al comentari anterior et deia que creia que ja t'ho havia dit tot això, però ho he esborrat.
En fi, una abraçada!
Un post magnífic. Dona gust llegir-lo.
Aquest local antic i plé de pols i de fum de Gràcia fa temps que m'agrada. Curiosament, aquest vespre he passat per davant seu i he vist que l'hi han posat un cartell amb el nom de Raïm. Potser ja hi era abans, però l'he descobert avui. I ara et llegeixo i em retrobo amb el seu nom.
Pensaré en el Juanito quan volti per allí.
Gràcies, paseante.
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