¡Paloma, cazadores! A mí qué me importa, respondía la paloma, en mi casa tengo un botijo...
En el instituto, mis compañeros de clase y yo misma, tuvimos la suerte de tener un compañero imitador de personajes y contador de chistes. Creo que se llamaba José Luís, un tipo extraño, nacido en la meseta. Era poco agraciado físicamente, pero compensaba su falta de atractivo con su don especial para hacer reír a los demás. Había días que los chicos de la clase convencían al profesor de matemáticas para que dejáramos atrás los problemas y las ecuaciones a un lado y permitiera a José Luís que se sentara frente a los alumnos y nos hiciera reír un ratito. El profesor era benevolente y en el último cuarto de hora de la clase lo dejaba salir a escena. Un día nos contó el chiste de la paloma y el botijo. La gente se rió. Yo no. No lo entendí y nunca pregunté su significado. Tres años más tarde me encontré con el contador de chistes en un concierto. Aquel día le pregunté sobre el chiste de la paloma. Me contestó: ¿aún vas con eso? Verás, el chiste tiene su gracia porque es absurdo. O lo que es lo mismo, no tenía explicación posible.
Me había estrujado la cabeza con un chiste que no tenía explicación. Pero ahora, muchos años después, lo utilizo para avisarme de los cazadores que hay al acecho. Para mí los cazadores son los fantasmas pasados que van y vienen para hundirme en un pozo. Y estos días una voz interior vuelve con el chiste: Paloma, ¡cazadores! y sé que he de responder: a mí qué me importa, en mi casa tengo un botijo.
Ahora os cuento a qué viene todo esto. Pronto cumpliré 5 años de blog. Normalmente y para celebrarlo, si es que hay algo que celebrar, (creo que sí), hago un repaso de lo que he publicado en un año, tomando la fecha del 31 de enero como partida. Y he llegado a la conclusión de la falta de sinceridad en mis escritos. Es el momento de que airee un poquito mi blog y me sincere.
Todo empezó hace dos veranos. Los cazadores eran muchas cosas: una discusión. Unos lazos que me ataban y no podía cortar. Un estado físico lamentable unido a una anemia perniciosa. Demasiado silencio interior y pocas ganas de enfrentarme a los cazadores invisibles. Me levantaba, me tomaba un café o un té, y me fumaba un cigarrillo. Luego volvía a la cama y me dormía. Durmiendo era feliz. En mi habitación estaba a salvo de todo. Hasta que sonaba el teléfono. Era mi madre avisándome de que la comida ya estaba en la mesa. Me duchaba y sacaba a pasear a Bruc, mi compañero silencioso y cómplice. Después de comer regresaba a casa y volvía a acostarme. Durmiendo era feliz. En mi habitación estaba a salvo de los fantasmas.
Pero llega un momento en que tienes que reconocer (primero a ti misma y luego a los demás) que ha llegado el momento de pedir ayuda. Y eso hice. Hablé con mi hermana Sumpta, con ella todo me resulta más fácil. Ella, su marido y mi sobrina Paula se comprometieron a ayudarme. El paso ya estaba dado. Una simple llamada telefónica y una cita.
Continuará. Prometo ser sincera y abrir la ventana para dejar entrar aire. Reconozco que soy una paloma y que sí, que en mi casa tengo un botijo.
lunes, 16 de enero de 2012
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11 comentarios:
Colometa, no és cap absurditat sincerar-se.És una manera de retrobar-se i emprendre el vol.
Aquí estarem per curar-te les ales o per bufar si vols volar més alt.
(La foto que has posat fa una mica de por)
Tens raó, colometa 2. El vol ja el vaig empendre fa mesos, però sempre es pot volar més alt o potser reconéixer que amb la teva altura de vol, amb la que ets sents còmoda,ja ens tens prou.
Les aletes estan senceres ara.
la foto és forta, ja vindrà el colom de la pau en un próxim capítol :)
Yo nunca he tenido problemas psicológicos, no sé lo que son, pero entiendo que la gente sufra de ello.
El abrirte ya es mucho, hablar, y sentirse bien con uno mismo es un buen principio.
Ya ves cuando quiero reír te llamo con lo cual demuestras que dentro de todo tienes mucho de bueno que sabes dar y dejas atrás todo lo oscuro de un día gris.
Un beso y sigue escribiendo
Bueno, tía, todos tenemos, aunque no lo sepamos. Algunos nos dejamos vencer, pero se remonta y se sale fortalecido. Yo siempre procuro conservar la sonrisa :)Hay que reír.
En los días grises me pongo gorro, por si las moscas...
A ver cuando sigo. besito
A mi m'agrades quan ets sardineta... Llavors la cosa quedaria... "Sardinita, Tiburones!!
- Y ami qué? En mi casa tengo un hornillo" per dir alguna cosa ;o)
Escriu, escriu, que aquí estem per llegir-te i el que calgui
petó
PS: La cremallera va de perles ;o)
Jo a casa tinc una escopeta de caçar caçadors. No té bales (perquè són cares). És d'aquelles de tap de suro lligadet amb un cordill. Però si apuntes bé entre els ulls, fa prouta pupa. Ja te la passaré d'estranquis (no tinc llicència d'armes de taps de suro).
Eso se llama depresión y es una enfermedad como puede serlo una pancreatitis o una tuberculosis, si no tratas no curas. Mi madre estuvo años también así y es muy duro. Me alegra mucho que hayas dado el primer paso. Oye, y eres una paloma pero seguro que no como la de la foto. A volar, chica! Un abrazo muy fuerte!
Sí, sóc sardineta, Fra. M'alegra lo de la cremallera.
Paseante, de moment no la necessito la teva escopeta, amb les paraules ja faig.
Ada, el pas ja el vaig fer, gràcies :)
Emily,
una entrada molt íntima.Tots a la vida,passem per moments durs,però jo confie molt en la nostra capacitat de recuperació,la família,els amics....i també coses aparentment menys insignificants com un blog,poden ajudar.
Un abraç!
perdó,volia dir més insignificants.....
Troyana, ets un solet. Fa dies que no et visito, però he tingut problemetes amb la informàtica :)
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