martes, 15 de septiembre de 2009

TÍA EMILY LOS PERROS DE SU HERMANO


Lametones, bostezos, ladridos, pelos, olor, pipi, caca, paseo, siesta, juegos, pelotas, huesitos, comida.

Lluvia, té, costura, cariño, collejas, gritos y abrazos. Cansancio y bostezo.

¿Merece la pena? Sí, sí, sí...

jueves, 3 de septiembre de 2009

BLOGVILLE CREPUSCULAR


LA NUBE

Casi todas las discusiones tienen su origen en una pequeñez, y la nubecita que asomó y que en un principio parecía inofensiva, acabó descargando un gran chaparrón sobre mi cabeza. La nuestra empezó cuando el ordenador que compartíamos los residentes se cansó de vivir y nos reunimos en la biblioteca para discutir la compra de uno nuevo.

Hace treinta años tuve la feliz idea de que, si los que habitábamos en Blogville no acabábamos en nuestra vejez emparejados y sin nadie que nos cuidara, habitaríamos juntos en una residencia especial, donde cada uno viviría su vida como le apeteciera, lejos de disciplinas, pastillas que nos adormecieran para no molestar y acompañados de nuestras mascotas.

El primero en llegar fue el Veí de Dalt. Vive en la pequeña buhardilla de lo que en su tiempo fue una casa señorial de la parte alta de Barcelona, buscada expresamente cerca del Turó Parc. Esto último era primordial, ya que el Paseante se apoya en un bastón debido a su cojera y sus paseos ya no pueden ser tan largos como antes. Quisimos que estuviera cerca de su estimado parque. El Veí ocupa casi todas sus horas en mantener su blog actualizado y en el programa de radio que él mismo ha ideado para que los ancianos disfruten de su sexualidad sin prejuicios. Se llama Encuentros en la tercera edad y lo emite de lunes a jueves a eso de la medianoche. El viernes se toma un descanso y desaparece sin decir nada. Regresa al amanecer con evidentes signos de cansancio reflejados en su rostro. Para entonces yo ya estoy con mi té frente al ordenador y nos saludámos con un ligero movimiento de cabeza. Nunca le preguntamos adónde va, pero lo imaginamos.

Violette y Rita llegaron juntas. Ocupan dos habitaciones contiguas con vistas al parque. Las muy puñeteras supieron elegir las mejores, privilegios de conservar su encanto y su belleza intactos pese a su edad. Violette llegó acompañada de sus tres gatos y cuando se marcha de viaje, éstos quedan al cuidado del Paseante al que siempre le han gustado los felinos. Pienso que él mismo es uno de ellos por lo sigiloso de sus pasos. Aparece y desaparece como por arte de magia aunque a veces le delata el sonido de su bastón al golpear el suelo.

Rita es un torbellino. Envidio su actividad frenética. Para mi que toma pastillas euforizantes aunque ella lo niegue. Mantiene su cuerpo y mente en forma con la ayuda de Violette. Las dos se levantan cada día con el alba y practican yoga en la terraza que comparten. Un día las veremos volar sin alas a través de la ventana de la biblioteca, levitando. De mantener su cuerpo en forma también se ocupa Fra Miquel y no me malinterpreten. El fraile ha dividido el jardín en dos partes. En una cultiva todas les especies de plantas habidas y por haber. La otra la dedica a la agricultura ecológica y con sus productos nos autoabastecemos. Nunca comemos tomates fuera de temporada y si queremos berenjenas en invierno, las compramos en el mercado sin que él se entere. Para cuando se percata ya están servidas en el plato. Se enfada, pero como es de buena pasta su enojo suele durar poco. Las primeras rosas que corta son para las tres mujeres que habitamos el lugar.

El siguiente en llegar fue el Paseante. Aunque en un principio se resistía a abandonar su pequeño apartamento, al final claudicó cuando, tras regresar a casa después de una operación de cadera, las escaleras resultaron ser un obstáculo demasiado insondable incluso para él. Se enorgullecía de ser la persona que mejor conocía la ciudad debido a sus largos paseos. Pobre Paseante, al final sus piernas parecen abandonarlo. ¿Les cuento un secreto? Creo que Violette y Rita aún siguen enamoradas de él. Y para qué negarlo, yo también. Yo llegué mucho después que el Paseante.

También me resistí en abandonar mi casa. Creí, ilusa, que alguno de mis cinco sobrinos se apiadaría de mi y me cuidaría en la vejez. Pero no fue así. El destino quiso que cada uno de ellos viviera en un país diferente y yo les resultaba una carga demasiado pesada para sus atribuladas vidas. Al final acepté mudarme y hace seis meses que comparto habitación con el cuarto descendiente directo de mi fiel Bruc. El perro ha heredado el mal carácter de su tatarabuelo. Es arisco y mordedor y ya han probado sus mordiscos el Veí, que siempre me amenaza con envenenarlo, Fra Miquel, al que muerde el dobladillo de su hábito, cosa que yo remedio con aguja, hilo y una disculpa, y el Paseante, aunque éste se defiende de sus ataques armado con su bastón. A las mujeres las ignora, desconozco lo extraño de su comportamiento. No obstante, pienso que es igualito a su ama. Huraña, arisca y mordedora.


LA TORMENTA

La reunión para discutir la compra de un ordenador nuevo transcurre en la biblioteca. Yo soy la primera en asistir, como siempre. Ando algo nerviosa pues empiezo a notar el síndrome de abstinencia en mi organismo. He decidido, a mis setenta y tres años, dejar de fumar. Rita y Violette acuden huracanadas, despeinadas por el viento que ha empezado a soplar, acompañadas de el Veí, a las que siempre lisonjea. A su edad no creo que cambie su comportamiento. Genio y figura. Fra Miquel aparece unos minutos más tarde, disculpándose por su retraso.

-.No me he dado cuenta de lo tarde que era hasta que he oído tocar las siete. Perdonadme.
-Queda perdonado y absuelto, padre -le contesto con ironía.
-Veo que el Paseante aún no ha llegado -comenta Fra Miquel.
-Ha debido tropezar con su bastón …-responde el Veí con su habitual sentido del humor. Después de tantos años aún mantiene su rivalidad con el Paseante, aunque en el fondo se quieran y se respeten mutuamente más de lo que jamás se atreverán a confesar en público. Mantengo mi vieja teoría de que entre ellos existe una tensión sexual aún sin resolver.
Al final aparece el Paseante, saluda y busca un sillón cerca de la ventana. Se saca uno de sus cigarrillos que él mismo lía y lo enciende. Estira sus piernas y se relaja.
-¿Empezamos? -pregunta el Paseante.
-¿Tendrás cara! Hace media hora que te esperamos. Supongo que era pedirte demasiado que acudieras puntual -le recrimino.
-Ya deberías conocerme después de tantos años, Emily…soy así. -me contesta con indolencia.
-Tengamos paz, queridos hermanos, y comencemos la reunión -Fra Miquel toma la palabra-. Como ya sabemos todos los aquí presentes, nuestro querido ordenador nos ha abandonado esta mañana. Debemos decidir la compra de uno nuevo o si, como nos aconseja sabiamente el Paseante, compramos uno de segunda mano.

El Paseante asiente con la cabeza satisfecho.

-Que sea nuevo -intervengo yo-. Y a poder ser y según el estado de nuestras finanzas, un Mac de última generación.
-No creo que sea el momento de derrochar. En lo que va de siglo estamos a punto de entrar en una segunda crisis económica, según he oído en los medios -alega el Paseante.
-Y, a nuestra edad, ¿en qué nos puede afectar a nosotros la crisis? Por lo que nos queda de estar en el convento…perdone, padre -ahora me avergüenzo de lo poco afortunada que he sido.
-Creo que deberíamos hacer una votación y que decida la mayoría, ¿no? -interviene cándidamente Violette.
-El que inventó la democracia y las dichosas votaciones hubiera tenido que morir ahogado en sus propias palabras -comento con asco. Noto cada vez más el nerviosismo que me provoca la carencia del monóxido en mis pulmones. Me acerco al Paseante y me siento junto a él para inhalar algo del humo de su cigarrillo.
-¿Has vuelto a quedarte sin tabaco? -me pregunta el fumador.
-No, he decidido dejarlo para siempre -le respondo.
-A ver cuánto tiempo aguantas esta vez, desde que te conozco lo has debido intentar unas doscientas veces -ríe el Paseante.
-Esta vez he decidido que será la definitiva.

Rita toma la iniciativa y empieza a repartir los papelitos cuadrados donde escribiremos: nuevo o segunda mano. Violette es la encargada de anotar en la pizarra el resultado de la votación. Nuevo: dos votos (seguramente uno del Veí y el mío). Segunda mano: cuatro votos.

-Queda aprobada la compra de un ordenador de segunda mano -anuncia Fra Miquel-. Y el encargado de su compra será el Paseante.

El Paseante sonríe satisfecho por el resultado. Él y sus malditas crisis económicas. Acepto mi derrota, busco la chaqueta donde guardo secretamente los cigarrillos y me encamino hacia la puerta con la intención de abandonar airada la reunión y de fumarme a escondidas el primer cigarrillo desde hace seis horas. Me despido dando un sonoro portazo. Reconozco que soy débil y que he perdido la partida. Total, para lo que me queda…

Subo a mi habitación y me siento en la cama cansada. Enciendo el preciado cigarrillo y decido llamar a MK. Me hubiera gustado que hubiésemos compartido nuestros últimos años de vida juntas. Pero tuvo la inmensa suerte de conocer a un apuesto nórdico retirado en su isla y han decidido practicar el naturismo hasta el fin de sus días. Allí vive feliz, con sus perros, su hijo mayor con su mujer y tres de sus nietos. Pero lamentablemente, no responde a mi llamada. A ver si el Paseante espabila y compra el ordenador. Al menos conectaremos la webcam y nos desearemos felices fiestas.


LA CALMA

Me acuesto ya más relajada y reflexiono. Me he comportado como una maleducada y me arrepiento. Luego pediré a Fra Miquel que me confiese y me absuelva de mis faltas. Suele ser benévolo en la penitencia que me impone. Normalmente me recomienda un paseo por el jardín y que le ayude a recoger las hortalizas del huerto. Casi consigo quedarme dormida cuando oigo unos golpes en la puerta.

-Abre, soy yo -es la voz del Paseante-. Ata a la fiera.

Me levanto y abro la puerta con el perro en brazos. Los tengo que mantener separados a una distancia prudencial. Aún recuerdo con risa el primer ataque a su persona de mi primer Bruc.

-¿Ya se te ha pasado el enfado? -pregunta mientras se sienta-. ¿Has fumado?
-Y a ti qué te importa -contesto aún más enojada.
-Va, hagamos las paces. No me gustan estas situaciones de tensión, ni contigo ni con nadie. ¿Me harías un favor?
-Dime.

De una bolsa de papel marrón saca un par de zapatillas de andar por casa.

-¿Me coserías los dos agujeros de la punta?. No consigo cortarme bien las uñas de los pies y siempre acaban igual. Da pena tirarlas, aún son nuevas.
-Déjalas ahí, si tengo un momento veré qué puedo hacer -le contesto distante.
-Esta noche llegan Khalina y Alatrencada. ¿Bajarás al concierto? Igual te dedican tu aria preferida….
-Seguramente. Tengo ganas de verlas. A ver si con su voz mejora mi estado de ánimo.
-Bueno, furreta. (Hace treinta años que me llama así). Voy a estirar un poco las piernas. Nos vemos después.
-Hasta luego.

Cuando me doy cuenta de que se ha dejado la bufanda que le tejió MK en el sillón me da por llorar. Ato la correa al collar del perro y salimos en su búsqueda. Me cuesta alcanzarle pero al final lo consigo.

-¡Paseante, la bufanda! -se la pongo alrededor del cuello, dejando las puntas desiguales-. ¿Te importa que te acompañe?

Me ofrece su brazo como respuesta.

-Esta tarde mi comportamiento no ha sido de lo más adecuado…-me disculpo.
-Calla. Si hemos de caminar juntos hasta el Turó Parc procura mantener la boca cerrada.

Al final pienso que tampoco ha sido un mal día del todo. De vuelta nos esperan las cantantes y la cena de Violette. Y Fra Miquel, y Rita y el Veí de Dalt. Por suerte para todos, hoy no es viernes.
Demano perdó als protagonistes del relat per haver utilitzat els vostres noms sense permís i per fer sortir paraules de la vostra boca quan han sortit de la meva imaginació. Jo m'ho he passat molt bé i espero que vosaltres també. I que ningú s'enfadi!









 
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